“Belén no tenía nada de grandioso. Era pequeña para ser en los millares de Judá (Mi. 5:2); quizá apenas una aldea de pastores o un pueblo cuya vida giraba alrededor del mercado; no obstante, allí el gran propósito de Dios se convirtió en un hecho. El Verbo fue hecho carne”. Así comienza este tratado de Horatius Bonar sobre la encarnación. Aquí vemos la gloria de Dios haciéndose hombre y el amor que Dios mostró al enviar a Su Hijo a vivir y morir en humildad. En Belén podemos aprender sobre el camino a Dios, la vanidad de la tierra, una vida de santidad, un corazón de humildad y negación propia.